La década perdida en América Latina, sin duda alguna, ha marcado un hito importante en lo que significó el desarrollo de los modelos democráticos y económicos de los países en esta parte del hemisferio americano. La grandes crisis políticas y financieras se entrelazaban para generar un ambiente de gran inestabilidad, con lo cual, en nuestro corto estudio, veremos como esta situación afectó el contexto peruano y de cómo originó el autogolpe Por otro lado, examinaremos las características de este autogolpe comparándolos algunos regímenes políticos a lo largo de la historia, con la finalidad de comprobar que existen tres factores cruciales que originan estas acciones y que reconfiguran la estabilidad social dependiendo del régimen político.
Comenzando con nuestro análisis, es importante preguntarnos tres cosas para poder luego entrar en nuestra comparación: ¿Cuáles son estos tres factores que generaron este autogolpe? ¿Qué explica este autogolpe en términos de relaciones de poder? , por último, ¿Qué beneficios y desventajas obtuvo con esta acción? Podemos responder que la inconformidad que existía por parte del Poder Ejecutivo, al no contar con una mayoría dentro del Congreso, genero un ambiente de ingobernabilidad que a su vez dificultaba los intentos de legislación de este poder. Es importante resaltar aquí, que el Congreso tenía conocimiento de los casos de violaciones de derechos humanos que se estaban cometiendo. Es de esta manera como se originaba el primer factor que originaría el autogolpe. Como segundo factor podemos resaltar que existía una lentitud en lo que eran las políticas antiterroristas. Sendero Luminoso había ganado cierta ventaja sobre el Estado peruano y las políticas públicas en respuesta eran débiles y hasta inexistentes. Como un tercer factor, la situación económica del Perú como una consecuencia de la ineficiencia del gobierno de Alan García, había generado una recesión económica que, sumándole el segundo factor, había sido catastrófica para el sistema peruano. La disminución de los sectores productivos y de las fuerzas de producción, sumándole la epidemia de la Cólera a comienzos de los noventas, agudizaron el asunto.
Con todos estos factores como causas principales, el 5 de Abril de 1992, Alberto Fujimori optó por disolver el Congreso. Fue en este escenario en donde produjo lo que llamaremos en términos de relaciones de poder, como una “guerra de poderes estatales”. Este término hace referencia al momento por el cual, dos poderes del Estado entran en un conflicto de intereses hasta que uno prevalece sobre el otro; este concepto explica los inicios del autoritarismo en Estados en donde existe un régimen presidencialista. Tal como sucedió en Paraguay a comienzos del siglo XX con el Coronel Rafael Franco , Getulio Vargas en 1937 con el Estado Novo y Adolfo Pinochet en la etapa de la Junta Militar Chilena los años setenta como dictadores latinoamericanos y entre muchos otros líderes autoritarios a lo largo de la historia. Actualmente, en países como Japón (Monarquía parlamentaria) o Israel (República parlamentaria), la disolución del Congreso significaría el adelanto del proceso electoral. La disolución del Congreso garantiza la predominancia indiscutible de la coerción del poder en el Poder Ejecutivo, de esta manera, los objetivos políticos se conseguirían de una manera más eficaz y eficiente. Lo ocurrido en el 5 de abril de 1992, fue una clara demostración de cómo la necesidad de una solución al conflicto social legalizó la tortura y la represión; un ex alumno de la Escuela de las Américas, ex Jefe del Servicio de Inteligencia Nacional del Perú (SIN), fue el cerebro principal de esto. Como consejero de Fujimori, Vladimiro Montesinos logró lo que Maquiavelo había dicho siglos atrás: “… si bien el príncipe debe persuadir al pueblo, convencerlo, también debe emplear la fuerza, porque cuando ya no le crean se le puede hacer creer por la fuerza..."[1].
Por consiguiente, los beneficios que los “gemelos del mal” obtuvieron luego del autogolpe, fue en la posibilidad de agilizar las leyes antisubversivas y reorganizar el aparato estatal, gobernar sin fiscalización y especialmente, perpetuarse en el poder. En cierto modo, esto era tan necesario como erróneo. En tiempos de crisis, la antigua República Romana tenía la potestad de elegir a uno de sus cónsules con la finalidad de que este pueda tomar el mando y pueda dirigir el aparato hacia la victoria, convirtiéndose en un Imperio momentáneamente; debido a que si se mantenía el status quo, las leyes iban a demorar el proceso de toma de decisiones ante una amenaza inminente.
Por el contrario, da muchas desventajas en el sentido de que el autogolpe empeoró la principal función del Estado moderno: En la de salvaguardar el orden y proteger los derechos fundamentales de las personas. Si antes del autogolpe se habían cometido violaciones contra los derechos humanos, luego empeoró la situación. Por consiguiente, podemos afirmar que el contexto peruano le garantizó a Fujimori un pretexto para poder preservar el poder. Otros casos nos demuestran que el autogolpe no necesariamente deviene en un autoritarismo, países como Francia (En 1958, contexto de la guerra antisubversiva argelina), mediante un acuerdo con los poderes del Estado, logró que el parlamento le brinde poderes especiales al General De Gaulle, con el fin de reestructurar el sistema para garantizar la seguridad y la estabilidad. De tal manera, la “guerra de poderes estatales” no se aplicaría (recordando además que esta teoría solo ocurre en los presidencialismos), ya que en este ejemplo al instaurarse la Quinta República Francesa, se volvió a la democracia.
Asimismo, si bien es necesario darnos cuenta de que los balances de poder en los poderes del Estado, deben de estar correctamente establecidos en los regímenes presidencialistas para poder garantizar el mantenimiento del sistema político. Para concluir, llegamos al punto de afirmar que existen tres factores determinantes que pueden diagnosticar un autogolpe; el caso peruano fue un escenario que combino estos tres factores (disfunción entre poderes del Estado, conflictos internos y crisis económica) en nuestro proceso de “guerra de poderes estatales” y que buscaría de explicar los diversos autogolpes y no golpes de Estado.
[1] Maquiavelo, Nicolás. 1513. “El Príncipe”. Maquiavelo, Nicolás. Obras Políticas. Ciencia Política. La Habana. Editorial Ciencias Sociales.