En el presente informe, abordaremos como la revolución iraní ha marcado un hito importante en lo que fue la historia del Estado iraní, del Medio Oriente, y de lo que el Islam se convertiría con el pasar de los años. David Lesch nos presenta una lectura fácil de captar, históricamente bien situada y recomendable para aquellos que no tienen bien en claro que es exactamente qué es lo que pasó en este momento de la historia
Para comenzar con nuestro estudio, podemos decir que la revolución iraní se caracteriza por ser una revolución de vertiente chiita. Dentro del Islam, se pueden considerar vertientes de esta religión que son en su mayoría las que construyen la historia. Por un lado están los chiitas, que se caracterizan por creer que el sucesor del profeta Mahoma debe de tener un linaje directo; y por el otro lado, están los sunitas, quienes consideran que no necesariamente debe de haber un vínculo entre el profeta y el sucesor. Teniendo esto en cuenta, podemos ir entendiendo la naturaleza del conflicto. El autor nos menciona que luego de ver la derrota del sentimiento, pan-arábico, liderado por Nasser en 1967, en la guerra Árabe-Israelí, el mundo islámico se vio sin rumbo. La no aceptación de los valores de occidente, el imperialismo económico, y la búsqueda de una nueva identidad, se dio sorpresivamente como un nuevo aliento, en la revolución iraní.
Esta revolución marcó una nueva ruta para el mundo islámico. Desde entonces, las fallidas aspiraciones seculares que existían en una era post nasserista, desaparecieron para darle paso a lo que sería, un movimiento que revalorizaría al culto religioso y reconfigurar el destino de las naciones que tenían al Islam como religión nacional, y por supuesto, el que lideraría esto, sería Irán. David Lesch nos menciona que la revolución tenía tres ejes importantes. El primero era la propagación de la revolución islámica, la liberación de Jerusalén y la confrontación al gran infiel, Estados Unidos. Desde entonces, el Medio Oriente cambió radicalmente. Geoestratégicamente, este fenómeno causo un fuerte impacto en lo que serían las relaciones entre los países Árabes.
Los principales países árabes que se veían amenazados, dice el autor, eran Kuwait, Emiratos Árabes, Qatar, Arabia Saudita, Bahréin y Omán. Principalmente era porque estos países representaban a la corriente sunita. A pesar de tener una fuerte población chiita, los sunitas que estaban en el poder tenían un aliado especial que les brindaba respaldo, los Estados Unidos.
Por otro lado, la revolución iraní estaba a punto de producir uno de los conflictos que desencadenaría una serie de acontecimientos que cambiarían el paradigma de cómo se vería el sistema internacional. Para el autor, esta revolución fue para Saddam Hussein una amenaza y una oportunidad. Irán se presentaba como un peligro que desembocaría en el despertar de un movimiento insurgente en la población chiita, y que abogarían por un Islam radical y expansionista. De tal manera, Hussein tenía planes para cubrir el espacio que había dejado Egipto en el conflicto árabe-israelí, el Sha de Irán; y evitar que la revolución de Ayatollah Khomeini, se siga desarrollando. El objetivo era frenar esta revolución. Hussein estaba seguro que los Estados Unidos no iban a apoyar a Irán, y por asuntos del destino, ese mismo año, se produjo la toma a la Embajada estadounidense en Teherán, en donde se capturo a noventa personas incluyendo sesenta y tres estadounidenses. Por consiguiente, el ataque debía de ser rápido y efectivo, aprovechando el momento de aislamiento que vivía Irán.
En setiembre de 1980, Iraq atacó el suroeste de Irán, en lo que se denominaría, la “Guerra de los ocho días”. El autor nos menciona, otro aspecto fundamental que Saddam tenía para hacer esta guerra, era las ambiciones en términos de liderazgo que pretendía ejercer en el Medio Oriente. Según el autor, esta guerra se desarrolló bajo errores de cálculos en los dos frentes. Iraq creía que atacando la parte sur de Irán, iba a conseguir el apoyo de la minoría árabe que vivía en esas zonas, con el fin de aumentar las fuerzas en esta guerra. Pero no fue así, el respaldo nunca llegó. Con respecto a Irán, ocurrió lo mismo; se buscó atraer a la minoría que habitaba en Iraq, pero el sistema de represión de Bagdad era muy fuerte. Este conflicto también está caracterizado por decirse que fue parecido al estilo de hacer la guerra en la Primera Guerra Mundial por el uso de trincheras, armas químicas, etc.
Con la explosión de esta guerra, los países árabes conformaron un bloque llamado el Consejo de Cooperación del Golfo, conformado por los Estados antes mencionados (Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Bahréin, Qatar, Omán), que tenía la finalidad de crear una zona de seguridad y cooperación entre estos seis países. Lesch nos menciona que este intento, solo sirvió para generar un área de cooperación económica en vez de la de defensa. Más que todo, este organismo, nos dice el autor, era el inició de los organismos subregionales dentro del mundo árabe.
Otro actor importante que es importante resaltar, es el rol que tuvo los Estados Unidos en este conflicto. La política que se planteó en este conflicto, fue el mismo con la Unión Soviética, la llamada “contención”. Se pensaba que manteniendo una política tal, se lograría ejercer una fuerza que logre cambiar el régimen, a uno más cooperativo. Hay que mencionar además que la contra política que desarrollaba Estados Unidos, muy aparte de haber implementado un embargo y aislamiento mundial a Irán, este decidió iniciar una venta de armas ilegal buscando favores para liberar rehenes en posesión del Hizbullah y financiar armas contra la guerra con Nicaragua.
Conclusiones finales
Para concluir con este presente ensayo, podemos decir que la revolución iraní ha sido un fenómeno que ha tenido un gran impacto en la estructura internacional en la segunda mitad del siglo XX. Como una de las consecuencias principales que podemos resaltar de esto, es el renacimiento del fundamentalismo, el retomar de lo tradicional, que buscaría volver a incluir en lo que el secularismo “profano” del Sha no permitía. A consecuencia de esto, los principales enemigos de la revolución iraní pasarían a ser los países sunitas y aliados del “gran infiel”, los Estados Unidos. A partir de esto, se produciría un efecto en el mercado del petróleo, en la seguridad internacional, y en lo que desencadenaría una lista de guerras internas entre grupos que representarían a Allah y Estados árabes que no compartían su cosmovisión. De igual manera, es importante subrayar, que desde 1979, el Medio Oriente no sería el mismo, con la invasión de Kuwait por parte de Iraq en 1989 y un inesperado atentado al corazón del comercio estadounidense en el 2002, que configuraría el status quo de la región hasta nuestros días.
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