Las relaciones entre los Estados Unidos y el Perú han estado caracterizadas por una agenda neutral, basada en las necesidades del momento, pero sin ningún plan que influya de forma determinante. Sin embargo, no siempre han estado marcadas por una política de cordialidad, pragmatismo y cooperación. Como bien se sabe, Estados Unidos ha estado presente en los momentos más importantes de la historia peruana, aspecto que además fue determinante, ya que este ha sido mediador en conflictos que el Perú tenía con sus vecinos limítrofes.
Como puntos críticos, se puede resaltar la tensión diplomática con respecto a la venta del guano debido a la guerra civil que se desarrolló en 1858 entre Vivanco y Castilla. Asimismo, se puede decir que, en el año 1968, durante el primer periodo de la Junta Militar, las relaciones peruano- norteamericanas atravesaron un periodo de confrontación ante las políticas de expropiación de empresas estadounidenses por el gobierno de facto del General Velazco Alvarado.
El gobierno de los Estados Unidos contaba con las llamadas enmiendas Hickenlooper y Pelly, entre otras; que además de estar denominadas bajo el nombre de los legisladores norteamericanos, estaban destinadas a reducir sendos volúmenes de ayuda que proporcionaban los Estados Unidos al Perú a través de las leyes de ventas militares, ley de asistencia externa, entre otras. El entendimiento y la compensación a las empresas norteamericanas pudo restaurarse a través del Acuerdo Greene – De la Flor, pues compensó en cierta manera a las empresas norteamericanas que había sido expropiadas[1]. A finales del siglo XX, a raíz del Autogolpe de Alberto Fujimori, los Estados Unidos consideraron que el Perú nuevamente estaba yendo en contra del sistema democrático impulsado por estos, dejando las negociaciones ante una eventual ayuda frontal en la lucha antisubversiva.
Por otro lado, es evidente hacer mención que estas relaciones han estado marcadas por una inequitativa relación de poder. Indudablemente, los Estados Unidos no tienen ningún interés por el Perú más allá de mantener un aliado en la región para continuar con su presencia en América Latina. En cambio, el Perú si posee intereses que son propios de un país en vías de desarrollo que está en la búsqueda de mejorar su economía y status en el sistema internacional.
En el 2009, el Perú logró concretar un Acuerdo de Promoción Comercial con los Estados Unidos que llevó al Perú ha reforzar mecanismos de control a un nivel multisectorial para poder cumplir con los estándares que la legislación estadounidense demandaba. Dentro de estos mecanismos se abordan aspectos como las Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, Contratación Pública, Políticas de Competencia, Telecomunicaciones, Derechos de Propiedad Intelectual, Transparencia, Medio Ambiente, entre otros[2]. Más allá de considerar los ganadores y perdedores como consecuencia de este acuerdo, el Perú pudo lograr un acercamiento significativo hacia Estados Unidos que le garantizó un puesto como un aliado económico clave en la región.
Por consiguiente, en el 2011 la Alianza del Pacífico surgió como un bloque regional que respaldaba los Tratados de Libre Comercio (TLC), contrapolándose con las políticas del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) liderada por Hugo Chávez. La agenda de los Estados Unidos saludó la iniciativa, pero no la consideró un eje de interés nacional.
En la actualidad, la administración de Donald Trump ha logrado que este aspecto sea más evidente. Su política no está dirigida hacia América Latina, pues hay mayores intereses como mantener su influencia en Asia y en el Medio Oriente, pero, sobre todo, dentro de su frontera. Es vital para los Estados Unidos mantener el status quo dentro del hemisferio americano mas no implementar o generar un nuevo sistema de relaciones que pueda contraer nuevos efectos, aunque indudablemente sus políticas nacionales tienen cierto efecto sobre sus asuntos externos, como lo es con el muro en la frontera con México. En los últimos días hemos sido testigos de cómo el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, en su visita al Perú felicitó al gobierno por su apertura fronteriza hacia los venezolanos que ingresaban al país; sumándose a la lista de acciones de low politics que la administración estadounidense ha decidido tomar en este asunto.
Es así que podemos ver cómo las relaciones entre el Perú y los Estados Unidos están basadas en la profundización de sus relaciones económicas -caracterizadas por una interdependencia de nuestro país hacia los Estados Unidos- iniciadas con el desplazamiento del Reino Unido a inicios del siglo XX; y por necesidades inmediatas que van marcando el accionar de ambos países conforme suceden los hechos, siempre y cuando vayan en contra de los intereses nacionales de uno de los dos actores, pero en general, de los Estados Unidos.
Bibliografía:
[1] RUBIO CORREA, JULIO FÉLIX. 2016. LAS NEGOCIACIONES POLÍTICAS EN EL TRATADOS DE LIBRE COMERCIO DEL PERÚ CON LOS ESTADOS. FUNDACIÓN ACADEMIA DIPLOMÁTICA DEL PERÚ (FADP). HECHO EN EL DEPÓSITO LEGAL EN LA BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ. LIMA, PERÚ.
[2] IBÍDEM.